ideas desordenadas sobre la derrota

Marzo, 2018.

ideas desordenadas sobre la derrota
¿o la derrota del pensamiento?


Si triunfas, perdiste.
Qué legitimación puede darte un sistema fundamentalmente injusto.
Y si fracasaste, perdiste también…

¿Cómo pensar el lugar de la derrota?
¿Una coartada fácil, resignación, falso victimismo?
¿O hemos de optar por la victoria?
¿Es necesario ganar?
¿Es posible escapar a este juego?

La derrota del pensamiento.
La derrota del cuerpo
El paso del tiempo
Hacerse mayor
Perder la partida 
¿Pensar la derrota a partir de la derrota biológica del cuerpo?
¿O el cuerpo es solo una excusa?
¿Acaso es el pensamiento el modo de vencer la derrota física?
Hacerse mayor
Con tu cuerpo
Con tus ideas
Quedar fuera de lugar
Y sin embargo seguir ahí
Fuera pero dentro

Esto fue lo que me emocionó viendo el trabajo de Sandra Gómez en el Teatro Pradillo
Y esa emoción fue la que alimentó este tracatraca mental mientras veía la pieza
ahí tomo cuerpo esta maquinaria de escritura, que se empezó a armar por una invitación de Rafa Tormo, curiosamente también de Valencia, para colaborar con él en una de sus implosiones impugnadas también sobre la derrota.
De pronto esta máquina, que apenas había empezado a andar, comenzó a acelerarse alimentada por la sensación de ese cuerpo
una actitud que generaba un tiempo y un espacio al margen
suspendidos, callados
y sin embargo ahí cerca, vivos, casi cotidianos

dejar de bailar y sin embargo seguir bailando
hacerse a un lado para estar más en el centro todavía
¿el lugar de la derrota?
de una derrota que no es fracaso ni victoria
porque está ya en otro lugar
la derrota como una pura potencia
un hacer desde afuera
un modo de estar y no estar
el día a día
dejar el escenario, el baile, la imagen
dejar la palabra
para recuperarlos desde otro lugar
un lugar cualquiera
la rutina de todos los días
un espacio por hacer y al mismo tiempo ya hecho
tan vacío y al mismo tiempo tan lleno
¿qué derrotas o victorias caben ahí?
en el magma invisible con el que se hace la historia

Derrota sí, pero con pasión
Fracasar sí, pero con dedicación
No vale fracasar de cualquier manera, ni una derrota por casualidad.
Hay que insistir en la derrota
Cuidar la caída, hacerse cargo del desastre
La derrota se convierte en victoria cuando conseguimos darle un tiempo propio
El tiempo para llegar hasta ella, para sentir cómo nos atraviesa, cómo se instala en nuestras vidas
El tiempo para tejerla y habitarla
El tiempo para sostenerla y sentirla en toda su plenitud
La derrota es el punto de partida desde el que replantear los modos de estar en público y hacernos público
El reducto último que le queda a la imaginación social
La derrota deja de ser derrota cuando le damos ese tiempo sin hacer
Un tiempo que nos expulsa de la historia, pero que a cambio nos ofrece una tregua, un punto de vista, una distancia y un descanso
La derrota deja la historia en suspensión, levanta un interrogante y genera una economía propia
Sobrevivir en la derrota
Sobrevivir al margen de la historia
La historia nos mira y nosotros la miramos.
No estamos fuera pero habitamos otro lugar
Siempre estamos en otro lugar
Ahora parece que estamos aquí, pero estamos también en otro sitio
Buscando el grado adecuado de desplazamiento que nos permite situarnos de un modo no calculado
Así salvamos la derrota de quedar atada por la triste sujeción a un polo contrario: el éxito.
La derrota no es lo contrario del éxito.
La disyuntiva no es fracasar o tener éxito.
Esa es, en todo caso, la trampa.
Una trampa que no permite ninguna salida.
O llegas a ser algo o no eres nada, y entonces eres una mierda.
Esa trampa se construye sobre un tipo de economía que conocemos bien.
Si acumulas y guardas, ganas; si al final no tienes nada, eres un pringao.
Acumular beneficios, ganancias, honores o memorias.
Acumular bienes o propiedades, materiales o inmateriales.
Acumular todo, da lo mismo, menos lo único que desearíamos poder tener, tiempo.
Sabemos que al final vamos a perderlo todo.
Y el tiempo que hemos ido teniendo nos lo han ido quitando, justamente para eso, para seguir acumulando.
La belleza consiste en darse cuenta que ya estamos perdiendo
Darse cuenta que todo se está yendo al garete, y sin embargo seguir ahí, en mitad de este fregao inconmensurable.
El tiempo pasa, ¿eso es la derrota?
pero eso también es la posibilidad
Solo los niños, los enfermos, los enamorados y los locos parecen estar al margen de esta disyuntiva
Los que consiguen estar en la historia y vivir al mismo tiempo fuera.
Según la economía del dinero, un niño solo puede perder, igual que un loco o un enfermo.
Igual que los enamorados.
Perder frente a los padres, los adultos, los médicos o el jefe para quien trabajas.
Perder frente a la vida.
Porque a ninguna de estas instancias les vale los juegos de los niños, el tiempo del enfermo, el delirio del loco o la ilusión del enamorado.
La derrota, sí, pero con pasión, por favor.
Fracasar cada día.
Fracasar con demora.
Practicar la derrota.
Insistir en una renuncia que no es renuncia.
Porque es un secreto.
La potencia de lo que todavía no sabemos.
Derrota sin aspavientos.
Una derrota que no es ni derrota ni éxito, porque está en otro lugar.
Una derrota hecha día a día termina confundiéndose con el mejor de los triunfos.
Desertar pero que sin se note.
Estar y al mismo tiempo no estar.
Ganar pero sin que se den cuenta.
Aceptar el triunfo es la peor de las renuncias.
Es haber olvidado que no estás tú solo, tu familia, tu tribu
Es haber olvidado que eres más de uno.
Es haberte olvidado del mundo al que perteneces
No es solo haber aceptado las reglas del juego, es habértelas creído.
El credo del vencedor no es haber vencido, sino estar por encima de.
Colocarse en el nivel del para nada.
Vivir para nada, trabajar para nada, no es tener una vida sin provecho.
Sino colocar el provecho en un territorio sin nombres ni contabilidades.
Desmobilización, desaceleración, detención, suspensión, desocupación, renuncia y desconexión son las formas paradójicas de la derrota.
Una desmovilización que no nos desmoviliza, y una detención que no nos detiene.
Una renuncia que es al mismo tiempo otro tipo de aceptación, y una desocupación que permite otro tipo de ocupaciones.
El triunfo de la derrota.
Esta derrota a la que me refiero
no es una derrota específica, no es una derrota de tipo económico, profesional, sicológica o espiritual
Es la derrota de un hombre cualquiera
La derrota de quien cada mañana empuja a los demás para poder entrar en un vagón del metro
La derrota de quien se va de vacaciones todos los años la segunda quincena de julio
La derrota de quien está entubado en una cama de un hospital
Es la derrota de los días
Porque la derrota es lo que tenemos en común
Hasta la victoria
Juntos 
  Oscar Cornago