Práctica
de movimiento y charla
Participantes:
Sandra, Cristina, Paula, Vicente y Teresa
… porque
todos hemos hecho contact
y en el contact lo
ideal es que que fluya. Y a mí lo que me interesa es cuando no
fluye, la torpeza y la problemática. Y, por ejemplo, la risa me
interesa mucho también porque de alguna manera ayuda a solucionar la
no fluidez. De alguna manera, soluciona el problema. Y ve el problema
y…
O lo
distiende de alguna manera.
Pero
eso es también en la vida real. En situaciones tensas lo que haces
es reírte.
Luego,
han pasado otras cosas que eran como pensar más allá del problema.
¿Por
ejemplo?
Pensar
más allá del problema en sentido real. Pues el problema está ahí,
y ese es el problema. Es como bailar una persona coja. Pues es que la
persona coja no puede hacer esto [el
hablante ejecuta unos movimientos].
Y ese es el problema [no se entiende
muy bien porque el hablante tiene la boca llena]
y pasar a otras cosas, fuera, estás
todo el rato metiéndote, pero tú tienes como una apertura, …
cerrar, intentas cerrar… y de pronto cierro, me tiene cogido de
aquí y yo tengo cogido algo, y de pronto es como [se
oyen unos chasquidos de dedos]
cerrarme. ¿Me explico? Tengo una cadena que me va a dos sitios, y
tengo otros dos sitios libres [de
nuevo, chasquidos de dedos]. Uno
conecta, y el otro conecta. Y tengo dos partes libres, jugar con esas
partes, bastante para abrirlas como para cerrarlas.
(se
escuchan las pisadas de alguien moviéndose y ruidos de golpes y
pasar de hojas)
Me
recuerda a la pieza esta del artista este Tehching Hsieh con Lidia
Montano que durante un año se ataron con una cuerda de cintura a
cintura, creo que era, ¿o era la mano? Durante un año. Me ha
recordado, porque es que ya no eres tú, eres tú con el otro y lo
que se genera en esa creación, ¿no? Como que hay un impedimento que
te lleva a otro sitio. Un año estuvieron.
¿Quién?
Linda
Montano y Tehching Hsieh.
Tehching
Hsieh tenía un ciclo de performance que eran one
year performance. Y era, en un año no
voy a estar nunca al cubierto. No voy a tener nunca un techo. Por
ejemplo. Estar en Nueva York, en Manhattan, todo el día en la calle.
En un año me voy a hacer cada hora una foto. Tengo que ir a un sitio
donde está la cámara y me voy a hacer una foto cada hora durante un
año. Con eso se podía ir una hora, pero a la hora tenía que estar
ahí para hacerse una foto. En una galería. O en un año no voy a…
La
premisa era un año, ¿no? Lo que sea, pero en un año. Experimentar
algo…
Se
rapaba el pelo cuando empezaba y se lo dejaba crecer. Había algo del
físico y luego iba documentando eso de alguna manera.
¿Y
quién es? ¿un japonés? ¿o una japonesa? ¿Tehching Hsieh, has
dicho?
Tehching
Hsieh
No es
chino, ¿cómo se llama la ciudad ésta que tiene mucha pasta y es
británica? Que está en China, pero es británica.
¿Shangai?
No la otra
Creo
que es Pekín, Bejiing.
Bueno,
no me acuerdo. Si queréis lo mando
No es
Shangai, es en…
Pero,
vaya, vivía en Estados Unidos, en Nueva York.
Luego
también hay como situaciones muy cómicas, o sea, donde te
encuentras con el cuerpo, como… (risas). Claro hay mucha proximidad
con los otros y hay momentos en que tu culo está en la cara del
otro, es como, no sé, son situaciones que dan risa. Normalmente
siempre mantenemos unas distancias correctas o…
Unas
determinadas partes del cuerpo, ¿no?
Sí que
era la cintura
¿Eeeeh?
¿El
qué?
Era la
cintura.
Aquí
tienen cierta distancia, pero… para la vida cotidiana no tanto.
Estas
son muy chulas, él está como dentro del aseo y entonces la puerta
medio cerrada, y ella… y él está cagando, y está ella ahí
¿Cuál
era la idea que ellos querían exponer con este trabajo? ¿Qué
querían trabajar?
Siempre
como experiencia al límite. Y es siempre la experiencia del otro.
Vaya, del otro que está contigo todo el rato, cuándo estás
cagando, cuándo estás meando, cuándo todo.
Si
queréis lo fotografío y lo mando al grupo de whats up. Es que tengo
el libro de Tehching Hsieh One year
peformance y fotografío las páginas
de esta performance. ¿Vale? Creo recordar que está en inglés.
Estaba
mirando el estar atado. Realmente estamos atados también, pero lo
que pasa es que no lo percibimos como tal. Ahí sí que hay algo
físico, una cuerda con la que te has atado.
¿En la
práctica decías?
Sí,
con respecto a la vida cotidiana.
Tienes
atado al otro todo el rato.
O a
unas circunstancias. Durante un año voy a acudir…
(entra
alguien del TEM para preguntar cuándo puede contarle S. del
proyecto)
Bueno,
estamos firmando contratos para ir a trabajar todos los días.
Bueno,
de hecho, él firma un contrato: Yo, Tehching Hsieh, me comprometo
durante un año a… y lo plantea, y lo firma con un notario. Hay una
anécdota maravillosa porque él, claro, esto lo hace en el mundo del
arte evidentemente. Hay todo un contexto y él lo hace asociado a un
galería, etcétera, y cuándo el firma el contrato de no voy a entra
nunca a cubierto durante un año, tiene un problema con un mendigo
que está loco. Entonces, el mendigo… tienen una pelea y entonces
el mendigo va a la policía, lo denuncia, y la policía lo detiene. Y
lo coge y se lo quiere llevar al juzgado, y entonces, toda la
comunidad artística de Nueva York se planta en la puerta del juzgado
explicándole a la policía que por razones artísticas ese señor no
puede entrar en el juzgado. Es muy interesante porque el juez decide
por primera vez en la historia que el juicio por razones artísticas
no puede celebrarse ese año. Se tiene que aplazar. No hay ninguna
razón por la que el tipo no pueda… pero entiende, bueno, hay fotos
y hay un momento en el que él no quiere entrar, y lo meten, y se le
explican al juez las razones, y el juez lo entiende y decide que se
celebre al final del año y que el juicio no se va a celebrar hasta
que el tipo no pueda entrar en un sitio cerrado. Es una cosa muy
chula como el mundo del arte puede provocar una ruptura en el sistema
legal. Se tienen en cuenta que no es una razón médica.
T. Y
porque a lo mejor hay un contrato firmado.
(se
solapan voces)
Porque
el juez entra también en el juego.
Claro,
claro, de pronto el juez está dando validez a un recurso artístico.
Volviendo… a mí me recuerda más, por el tema más del movimiento
y la dinámica, a mí me recuerda un poco… hay algo que me gusta,
que me interesa por esta idea del movimiento a esa ruptura de lo
ideal, que tiene que ver con el contact
y tal, y hay unas piezas de nuestra
amiga, la que vimos en Bruselas que silbaba…
Simone
Forti
Hay
unas piezas muy bonitas de Simone Forti que son muy marcianas, porque
de pronto está como XXXXX. Hay algo muy chulo en Simone Forti, ella
viene de la danza pero…
¿Simone
Forti?
Es de
la escuela de Nueva York, con Ivonne Rainer y toda esta peña. Pues
eso, John Cage, Ivonne Rainer, y toda está gente que… a saco; y
Simone Forti tiene estas piezas que nosotras vimos en el Reina Sofía.
Que son grupos de gente…
Ah, ya
sé, estaban en Roma, creo.
Es un
grupo de bailarines y entonces, nada, la pauta es alguien sube al
grupo, escala, vale, se sube, y se baja, y desaparece. Y hay todo el
rato como una masa de peña y de esa masa de vez en cuando alguien
escala, sube, y vuelve a entrar. Y la masa está como moviéndose un
poco. Y hay algo que tiene que ver mucho con eso, con qué es la
danza, porque en la danza hay una especie de gracia, no sé cómo
llamarle, la gracia del movimiento, que eso sigue estando a lo
bestia, y todas esas propuestas rompen eso. Aquí no hay un ideal de
gracia, sino que el punto está en otro lugar, a mí eso me gusta
mucho y me parece que eso se explora y valora muy poco, tú vas a un
certamen coreográfico y... y que tiene que ver más con una idea de
coreografía muy radical en el sentido de escritura en el espacio y
en el tiempo con cuerpos. Y ahí ya…
Pero no
hay nada más esencial que la danza. Eso es una descripción de la
danza en realidad. Cuerpos en el espacio moviéndose.
Pero es
que moviéndose lo pones tú.
¿Por
qué?
Y ¿por
qué no?
Ah,
bueno, sí, cuerpos en el espacio. Cuerpos en el espacio y en el
tiempo.
(voces
que se solapan y no se entiende muy bien. S. sale del aula y se va a
explicar el proyecto)
A mí
una cosa que me ha interesado de lo que has propuesto tiene que ver
con la mirada como motor de movimiento, como motor de algo. O sea,
hay algo que de pronto se activa con la mirada, esta idea de que la
mirada periférica y el cuerpo como cámara… tú lo has hecho al
principio muy como ejercicio, pero luego en la pelota ésta que
estábamos haciendo también había algo de eso, un poco.
Yo me
he perdido totalmente eso. No he podido continuar. He hecho como una
ruptura de una cosa a otra.
Como
que había eso aquí con el culo encima de otro y tal y hay algo en
la mirada, ¿cómo explicaría yo eso?, bueno, no sé, como igual era
una consciencia que tenía activada yo ahí.
Como
periférica…
(voces
que se solapan)
Sí,
era visible a veces, como que también desviaba el foco de lo que
estaba pasando. Si no estabas muy enfocado en lo que estabas
haciendo, cobraba una dimensión diferente a si, de repente, la
mirada descongestionaba lo que estabas haciendo. Y vosotras, ¿cómo
habéis vivido el viaje?
A mí
es que hacer contact con
tres personas ya me agobia y no me gustan ahí las cosas en
colectivo, todas juntas ahí. Es una cosa mía, ¿no?, que lo hago
igualmente. En clase me lo dicen, y me lo inyectan, y yo, pues vale,
pero tengo la tendencia como de alejarme un poco, o de bloquearme
porque no sé dónde meterme y me agobia esta cosa de tanta gente
rebozándose. En esta no me he agobiado tanto, pero porque era el no
sé qué hacer y me activaba yo en el ejercicio, de si pasa alguien
por arriba, yo ayudo. E intentaba meter un hombro, levantar y ayudar
a transitar por ahí. El ejercicio, por ejemplo, de la mirada
periférica de la línea intentando hacer el movimiento, esta estaba
superinteresante por el movimiento que no tiene un líder, un autor
de ese movimiento.
¿Cuándo
estábamos ahí juntos?
Sí, en
la línea. Y activar también no solo la mirada periférica de lo que
hace Vicente que lo tenía ahí; Sandra que la tenía más cerca;
Teresa … si no los soniditos que iban apareciendo. De repente
notabas algo con la pelvis, con el peso, y ya te hacía calibrar de
otra manera. Y molaba mucho porque también te dabas cuenta de las
mismas variedades mientras lo hacías, intentabas también intentar
que apareciera el unísono, pero también era imposible que
apareciera un unísono.
Ese
ejercicio también era un imposible. Salía un cuerpo bastante torpe.
El
intento de estar así todas… como el director de orquesta que hace
así: ¡Tchin! Y nadie afina. Como queriendo ir todas a una, pero…
sí que funcionaba, por ejemplo, el ir todas a una con la repetición
y, sobre todo, cuando había un sonido.
Como un
ritmo. Porque igual era algo más rítmico que de movimiento. Cuando
cogías un patrón rítmico, ahí te alienabas y podías seguir. Peor
ahí lo difícil era “salir de”… cómo rompes esa mecánica,
ese patrón.
Salir y
entrar, yo creo, a ese ritmo porque era fácil salir, pero luego
entrar y estar todos a un ritmo era… ha pasado una o dos veces y ya
no ha vuelto a pasar. Ha habido intentos de volver a entrar a
unísono, aunque fuera así, pero eran intentos. Cuando estábamos
haciendo así (golpea el suelo con
algo) con
los dedetes, pero…
A mí
sí me ha interesado el del cuerpo colectivo. Lo que tú planteas es
como si no hubiera líder. ¿Es posible que no haya líder? Yo creo
que no. Siempre alguno acaba tomando esa iniciativa. Igual, para mí,
para que hubieran pasado cosas interesantes tendríamos que haver
estado una hora o más haciendo eso. No dejar de estar diciendo:
bueno, me parece que está parado, ¿sigo? ¿no hago nada? ¿espero a
que el otro tome una iniciativa? No lo sé, para que esos acuerdos se
disuelvan y al final se genera una energía en la que pues al final
igual no acaba pasando nada. O igual sí pasan cosas.
Yo lo
veo eso como la vida mismo. Quiero decir hay gente que tiene más
impulsos, como cuando sales, y sí, vamos a tomarnos una birra y tal…
Como
más iniciativa.
(voces
que se yuxtaponen)
Claro,
estamos haciendo una propuesta en laboratorio, a ver qué pasa si
tomo la iniciativa…
Sí,
claro, es una utopía. Y la premisa, claro, no es real. Es juego. La
propuesta era que el líder no fuera siempre el mismo y que se
desplazara y no se reconociera. Desde luego que es una práctica en
sí.
(voces
que se yuxtaponen)
Claro
hasta que el movimiento deja de ser movimiento y queda ya un
movimiento que es más accidental y empiezas a seguirlo.
Para
realmente entrar en el ejercicio hubiéramos que estar una hora o
dos, lo que pasa es que yo lo he querido utilizar como paso para lo
siguiente, como ejercicio de encuentro…
Recuerdo
que yo hice también un taller con X y era todo el trabajo sobre la
mirada, la mirada interior, la mirada desenfocada… Y después de
hacer este ejercicio sobre la mirada planteó… no me acuerdo cómo
planteo, un determinado tipo de movimiento, y no se cumplieron sus
expectativas y ella estaba muy enfadada porque no había pasado lo
que ella esperaba que pasara con nosotros y los cuerpos.
(risas)
Expectativas
y surrealidad.
Ella
decía: esto no tenía que pasar. Pero en el fondo nosotros íbamos
siguiendo instrucciones. Igual no entendimos bien la propuesta.
Es la
historia del mundo del arte. Estar en una investigación en torno a
una cuestión, pero ya sabes que al final quieres hacer no sé qué,
pero al final hacer un… para que te cuadre.
Nadie
había hecho el movimiento que ella esperaba. Pero fue muy chulo. A
mí me gusta mucho el ejercicio de la mirada, porque estás entrando,
saliendo.
(voces
que se yuxtaponen. se comenta que La Ribot trabaja también con una
cámara de vídeo y como la coreografía tiene mucho que ver con eso
y se habla de que se podía haber dedicado más tiempo al ejercicio)
Pero a
veces es cómo que la atención se centra en tantos puntos y estás
ahí como camaleona. No es un movimiento que lo ves totalmente claro
y ya ahí como una interpretación de lo que tú observar porque no
está totalmente definido. Cosa que en las estructuras, yo creo que
la mirada iba buscando huecos por dónde meterte y estar un poco más
atento. Pero al activarse la mirada periférica yo creeo que ha sido
en los enganches… porque había ahí una atención ahí interesante
que se activaba.
Yo en
realidad conectaba más el ejercicio de la mirada con lo del cuerpo
colectivo. Eso sí, una cosa te llevaba a la otra. ¿Qué quería yo
para esa capa a la hora de moverse en conjunto más que el nudo
después? Y el cuerpo colectivo, sí que el moverse juntos, el…
¿Tú
te acuerdas qué dijiste cuándo estábamos hablando de maneras de
trabajar que tu preferías trabajar con gente?
Sí.
Pero me pasa desde que empecé a hacer contact.
No te
interesa.
Es una
cosa que ni me provoca placer. Es una cosa… o cuando es con ojos
cerrados… no.
¿Tampoco
con ojos cerrados? ¿eh?
Cuando
son grupos de más de dos personas, me agobia mogollón. Pero me
gusta también trabajar en colectivo. Con toda esta cosa de la
proximidad me quedo un poco así como ¿qué hago? Aquí he ido como
en contra. Porque ha habido un momento que digo, me salgo y observo.
Pero no
has salido.
No he
salido. Me he obligado a ir: ¡mantente y trabájatelo!
Para mí
había una cuestión de comodidad. Si salgo y vuelvo a entrar…
estoy más cómoda aquí. Que igual si hubiera estado en otro lugar
me hubiera gustado ver. Si hubiera estado yo proponiendo, hubiera
dicho voy a salir a ver porque tengo más claro lo que busco porque
he propuesto eso.
(S.
vuelve de la entrevista)
Nos ha
preguntado que habláramos sobre lo que hemos hecho.
Sí,
las prácticas, lo que os ha despertado.
A mí
siempre lo que me pasa con los ejercicios de contacto es que en
principio me generan siempre rechazo. Pero yo creo que es a todos,
¿no? Hay una historia, sobre todo acercarte a un cuerpo con el que
no estás familiarizada y, de repente, tienes que empezar a tocarlo.
Y también es ponerte tú que, de repente… pero aquí se hace
mucho, está muy bien.
Y cómo
encontrarte cómoda en ese XXXXX.
A mí
ahora me cuesta menos. Pero antes me costaba mucho más.
No
tengo problema en hacerlo, pero desde siempre hay como un…
Un
esfuerzo.
Sí, es
un esfuerzo. Que luego te pones, y me lo paso bien y todo.
(risas)
Pero,
sí, requiere un esfuerzo
Claro,
dialogar y lidiar con el otro. Estar tomando decisiones no sólo por
ti sola, pero pactando.
Sí,
que no puedes hacer lo que te dé la gana
Porque
si tú estás en un mismo juego con un grupo de personas, en el fondo
tienes libertad para salir o entrar. Y nadie se va a dar cuenta. Aquí
también se daba esa libertad en realidad. Pero sí que hay una
alienación.
Sí,
pero no eres tan libre porque se genera una serie de…, igual son
externos, que no internalizado, que te permiten: si no te gusta,
salte. Pero ¿quién lo hace?
Se
considera bastante radical, ¿no?
Pero
darte tú la libertad de yo voy, pero si hay… al final aguantamos
todos. Luego no nos damos esa libertad.
Ya,
Pero creo que también con lo que ha dicho V. con lo de que aparece
la problemática de no solamente […] el ejercicio de los enganches,
si no tus inconvenientes con los otros cuerpos, o la masa, o que se
me ha enganchado el pelo. Para ti lo ideal sería que no me
enganchara el pelo, que no me aplastaran con el culo, que no está
agobiada con tanta gente. Eso es también lo ideal para mí y cómo
intentar lidiar con esto buscando estrategias, cosas que hacer, pues,
bueno, ayudo a esta persona a transitar de un sitio a otro, pues
ahora, no sé… como tareas de distracción o para lidiar con esa
problemática. Aparecen luego otras por el camino.
A mí
lo que me pasa es que en estas situaciones… ¿me centro en lo que
está pasando conmigo o en lo que está pasando con los demás? Y
estoy como esquizofrénica. Y me pierdo tantas cosas. Porque ahora
paso aquí, ahora paso aquí. Y no sé qué sería más interesante
para mí.
(pausa)
Me
pedía T. que contara cosas (del encuentro de Madrid). Os cuento un
poco cómo era. Contexto: Dance Salon que se llama. En Dresde se
celebra desde hace cien años o así como unos salones de danza, una
especie de jornadas. Tenía que ver mucho con la danza clásica al
principio, etcétera, etcétera, y entonces cada año se montan esos
salones, cada año o cada dos años, no sé, e invitan a esta, a Meg
Stuart. ¿Y qué es eso? Pues es un poco pensar la danza, plantear
como cosas, festival también, pero no es un festival con una serie
de piezas, si no que es un algo relacionado con la danza que cada
artista en su modo de currar eso, de organizar y decide qué quiere
hacer. Ella lo que ha decidido hacer es, en diferentes países,
montar un pequeño salón con las comunidades de bailarines de cada
país. Entonces aquí en España pues Abraham que es un tipo que ha
currado con ella mogollón de tiempo que tiene el centro Negra en
Murcia se encarga de conectar con la peña e invita a gente de todos
los lados. Abraham está ahora en un punto… no del todo… pero ha
invitado a esa gente, por entendernos, que no está en el mercado ese
de hacer piezas, sino que está en otro lugar porque escuchándole
como que defiende otra cosa... No defiende justamente esa cosa del
mercado, si no ese otro de manera de entender y hacer la danza. No es
ni mejor ni peor, ¿eh? Entonces él lo que hace es que invita a un
grupo de gente, hay gente de Andalucía, del Norte, hay gente de
Madrid, ¿vale? , pues un grupo, yo creo que accidental casi también.
No creo que se haya pensado mucho la gente a la que ha invitado. Y
nada, a nosotros cuando llegamos… o sea nadie sabe muy bien a qué
va. No sabemos muy bien a qué se nos invita. Son dos días. Nos
pagan los viajes, nos pagan la comida, nos pagan la cena. Y ya está.
Y si os apetece. Y nos cuentan la historia un poco para pensar un
poco el plan salón éste con Meg Stuart. Y la gente, ¿qué pasa?
¡qué viene Meg Stuart! Y vamos a verle el XXXX a esta tipa.
Entonces, nada, la primera actividad que nos plantean, que a mí me
gustó mucho esa actividad, es: llegamos al sitio, al centro Canal, y
hay alguien en la puerta que nos da una tarjeta y en esa tarjeta
pone: a partir de ahora ya no puedes hablar. No puedes utilizar el
lenguaje oral para comunicarte con la gente. En un rato subiremos a
una de las salas y… haz lo que quieras, es decir, vamos a estar
juntos ahí. Puedes moverte, puedes salirte, puedes hacer lo que
quieras. Estamos en una sala muy grande, tres veces como esto, así
este rollo. La gente va llegando y tú estás ahí como… que no
tienes… que no sabes ni quién va a venir, hay gente a la que hace
mucho que no ves, y se crea como una situación muy de “el cuerpo”.
Entonces subimos arriba, y alguien nos dice, ya podéis subir. Hay
alguien que sí que puede hablar y nos sube arriba, entramos en una
sala y ahí se crea una situación muy distendida en el que él va
sacando palabras: ¿qué significa estar juntos? Que era una de las
grandes preguntas: ¿qué es estar juntos? ¿cómo estar juntos? ¿de
qué manera estar juntos? Que yo creo que tiene mucho que ver con
este proyecto. Y a partir de ahí, pues alguien se levanta, alguien…,
hay otro que… como que te das cuenta de que puedes moverte, puedes
bailar, puedes estar, puedes hacer, puedes no hacer, lo que quieras.
Y es guay. No hay pautas. Hay preguntas. Pero esas preguntas van
activando cosas, pero es verdad que […] un tiempo y acabamos
bailando […] pues eso, como que tu entrabas con alguien y, es
decir, no había pautas y había pautas. Había algo que a mí me
interesaba y es que había un espacio muy individual donde no
necesitabas hacer algo en concreto. Podías entrar. Podías salir.
Había ahí algo muy chulo.
¿Cuánta
gente erais?
Éramos
dieciocho y eso es muy importante porque era un grupo numeroso.
(voces
que se yuxtaponen)
… había
alguien que se puso a mirar el techo, había alguien que se puso a
hacer XXXX a los demás, había alguien que estaba bailando, había
mucha gente que estaba moviéndose bailando, de pronto me cruzaba con
alguien y empezábamos a reír, nos poníamos a hacer cosas, había
momentos de […]. Pero había una cosa muy chula de que no […].
Había un contexto, pero no era un contexto que estuviera lleno de
reglas y a mí eso me gustaba mucho porque te permitía estar de
muchas maneras. No era una manera.
¿En el
espacio había sillas?
No,
había esto, pero mucho más grande, era esto muy grande.
O sea
que había siempre un estar.
De
hecho, podías salir... Bueno, a mí me interesó mucho y hay algo
muy de cómo reglamentar una situación, es decir, cómo XXXX una
situación, cuáles son las reglas, instituciones, maneras,
enunciados, tal, que tu propones y que no XXXX, sino que XXXX, y
dejando que pasen. Bueno, hubo algo ahí que me pareció interesante.
Sin más. […]. …seguimos sin hablar, y nos ponen por parejas,
ahora nos ponen por parejas. Y nos dan un antifaz […] y generar
confianza con el otro. Estamos andando media hora por la ciudad,
superviviendo Madrid.
(voces
superpuestas)
… y
luego paramos y cambiamos. Y llegamos a un sitio para comer. Y ahí
comemos. Luego fuimos a ver una exposición, de ahí andando, a una
exposición de Juan Hidalgo. Estaba chulo también, una excursión. Y
entonces había qué pensar cómo estar juntos y había una cosa que
a mí me gustaba mucho que es […] y alguien dice, bueno, ahora
hemos hecho esto y ahora vamos a ver una expo. Que yo creo que tiene
que ver. Como que me gustaba mucho la ruptura de espacios, la
experiencia
Pero
esas propuestas, de excursión, de tal, ¿qué venían? ¿de Abraham?
Todo
venía de ellos.
¿Del
grupo que había organizado las jornadas? ¿no?
Sí,
como hay alguien que decidía. Y luego de ahí nos vamos a Matadero,
no sé qué, y ahí sí que había algo más escénico, focos, había
un grupo de sonido y alguien que hacía música y a partir de ahí
hicimos un montón de ejercicios. Por ejemplo, hicimos un ejercicio
que era… estuvimos hablando mucho… el tema era que… en el
sentido de que se hacían un montón de… ¿qué se está haciendo?
Era la gran pregunta y a partir de ahí iban derivándose muchas
cuestiones… ¿de qué manera estar juntos?, se iban haciendo un
montón de preguntas muy vinculadas con tu trabajo. Y entonces nos
pasamos un rato alrededor de una mesa abriendo preguntas. ¡Vamos a
hacer preguntas! Y había preguntas como, por ejemplo, tú tienes una
preocupación política. En tu vida te preocupan ciertas cosas. ¿Cómo
trasladas esto a tu vida profesional… esas preocupaciones? Si las
trasladas. Por ejemplo, ¿eué es para ti lo más importante cuando
trabajas con alguien?, por
¿Y ahí
qué iba… contestando la gente conforme…?
No,
primero se hacían un montón de preguntas. Luego se hicieron grupos
de cuatro personas y un grupo decidía una pregunta y se la pasaban a
este grupo y este grupo tenía diez minutos para responderla. O sea,
primero se habría una charla, una especia de charla, y la idea era
que al final tu acabaras con un experimento, o sea, una respuesta a
esa pregunta. Podía ser muy concreta o muy genérica
¿Y esa
respuesta era una respuesta de grupo o individual?
El
grupo tenía que tratar de cerrarla. Hubieron grupos que no pudieron
cerrar determinadas preguntas, no podemos. Pero había grupos que sí,
oye, que no sé qué, no sé menos, pero una cosa sencilla, no un
parrafón. O sea, una pregunta, y cerrarla con una respuesta
sencilla. Sencilla en el enunciado, porque la respuesta podía ser
muy abstracta o muy concreta.
Está
guay. A mí me gusta ese ejercicio.
Está
muy chulo.
Luego
había lo mismo. Pero había dos sillas. Entonces era muy guay. A mí
me encantó este ejercicio. Dos sillas, y entonces una persona se
sienta. Una silla es la silla de la pregunta, y la otra es la silla
de la respuesta (se está escenificando
el ejercicio colocando las dos sillas).
Salen dos personas. Se ponen. Y entonces yo te hago una pregunta en
relación a estas cosas de las que estamos hablando. Yo te hago una
pregunta a ti. Por ejemplo, había una pregunta… ¿tú crees que es
importante el alma en lo que hacemos?
(risa)
Y esta
persona tenía que responder a eso. […]. Y entonces cuando yo lo
respondo, me […]. Y la persona que había preguntado se pone en la
silla de la respuesta y otra sale y le hace otra pregunta. […]. Y
había respuestas, desde un discurso o habían respuestas… ¿tú
crees que es importante el amor? Sí, es muy importante. Ya está. No
necesariamente era un ejercicio desde la argumentación… ¿Cuál
era la respuesta a eso?
De
posicionamiento, ¿no?, un poco, también, ¿o no?
Buenos,
la idea era generar preguntas y generar respuestas. Había una
pregunta muy chula que fue…
(interrupción
de alguien que abre la puerta de la sala y nos pregunta por las
condiciones de la sala)
Por
ejemplo, yo pregunté a uno de los bailarines, ¿tienes alguna
historia personal de maltrato?
(se
cuenta la respuesta a esa pregunta pero no se entiende bien porque la
persona que habla se ha alejado de la grabadora o ha empezado a
hablar más bajito)
Y era
muy chulo porque se generaban todo el rato como historias y las
respuestas también abrían también… había gente que respondía,
y ya tenías una pregunta. Y luego ocurrieron muchas más cosas
porque había preguntas que ellos ya habían planteado y tal. Pero
luego hicimos una práctica que a mí me gustó mucho de bailar que
fue… nos juntamos, y entonces dijimos, a ver… es que fue muy
sencillo: a ver, cinco propuestas. Que alguien proponga algo.
Entonces yo decía, pues a mí me gustaría proponer una de reírnos,
que durante diez o quince minutos hagamos una práctica de reír (se
ríe). Y que no sea una risa natural,
porque no lo va a ser, pero que forcemos esta cosa de la sonrisa, y a
partir de ahí investiguemos qué pasa en el cuerpo. Como que el
cuerpo está activo en eso (hace de
nuevo como que se ríe). Eran
propuestas abiertas, no era necesario desarrollarlas mucho. Por
ejemplo, yo propuse… pues me gustaría que hiciéramos grupos
porque éramos mogollón, cuatro grupos de cinco personas cada uno y
que cada grupo trabaje con un cuerpo, más o menos pasivo, y no es
una manipulación, no es un masaje. Si no es usar el cuerpo. Que
cuatro o cinco personas cogen el cuerpo de T. y lo usan. Puedes
pensar en el peso y eso, pero yo lo puedo usar para cosas. La cosa es
no hacer daño nunca. Jugar a tal… pero lo uso para cosas, para
hacer ruido…, como un niño usa un objeto. Y entonces hubo como
diferentes propuestas y ahí ya se planteó... había un set de
sonido con un músico haciendo ruiditos. Había un micro y había
peña que lo cogía y entonces con esas cinco o seis propuestas se
hizo como una especie de improvisación en el que la gente iba
decidiendo qué ejercicios iba cogiendo y ahí se iba contaminando.
Había un grupo que empezó con lo de la risa, otro con lo del
cuerpo.. era una cosa como muy de… a partir de aquí free
style y que vaya pasando. O sea, que
son dieciocho personas, ¿eh?, la verdad es que en un contexto así
mola. Y fue muy guay.
Antes
de ir, ¿sabías quienes iban?
No
¿Era
como una cita a ciegas?
Sí
(nombra
a alguien que sabía que iba y a otros que estuvieron, pero no se
entiende muy bien)
Había
algo muy bonito en el que, de pronto, nos fuimos a un parque. Después
de comer, venga, vamos a currar. Pues, no. Vámonos a un parque y
hacía sol y alguien dijo vamos a hacer como que cada uno proponga
una cosa. Entonces alguien decía, pues vamos a abrazar un árbol y
vamos a pensar en una persona que queramos mucho, que sintamos mucho
amor por esa persona y en alguien que se haya ido, que ya no esté y
que queramos como como traerla aquí. Luego otra persona decía vamos
a coger y vamos a buscar en el parque XXXXX que llame mucho la
atención, un objeto que encontremos en el suelo, algo que haya por
ahí, vamos a darnos una vuelta, y cuando lo veamos, ¡ya, esto es!,
lo cogemos y lo ponemos sobre la mesa esta que hay aquí. Y a mí
había una cosa que me gustó mucho que era la de pasar el tiempo con
gente haciendo cosas. Y esas cosas no eran… ¿sabes?... no tenían
siempre peso. Había algo arti(stico), pero no son cosas que puedes
hacer con cualquiera. Pues no hay un vamos al cine…
(voces
superpuestas)
Yo creo
que ahí también lo que se crea ahí es el tema del encuentro, del
amor, del enamoramiento, del compartir, y que el hacer cosas es una
excusa. Es un pretexto que en el fondo la base es pasar tiempo.
Compartir tiempo.
Una
cosa para mí que es guay es que no había que hacer nada. Aquí
había eso. No había que apretar. ¡Vamos!
¡No
tenemos que producir nada!
El
tiempo productivo…
Por
ejemplo, alguien propuso una siesta de 20 minutos y esto en un tal…
es un tiempo para eso. Veinte minutos, pues veinte minutos. Y a mí
así hay algo superguay que no necesitamos hacer nada. Lo importante
no es que produzcamos, si no que lo importante es lo que pase. Y eso
creo que puede pasar porque hay unos límites muy concretos. Son dos
días. Esto va a durar viernes y sábado. Hay unos límites muy
concretos de tiempo, de gente, está todo muy acotado y entonces ahí
tú te relajas.
En el
libro que comentaste del niño, en una tarde sin… que no tiene nada
que hacer, que estás haciendo nada, y de repente, ¡ay!, una mosca,
y te paras con otra cosa y vas haciendo así. No hay como un tiempo.
¡Ay! tengo que hacer esto.
Pero
por ejemplo aquí sí que había tiempos. Decía 10 minutos de tal,
cinco minutos de tal. De hecho, yo lo que les criticaba era “ya han
llegado los del norte”. Porque de repente era, a ver, un grupo de
cuatro decide hacer una pregunta, charláis y hacéis una pregunta. Y
de repente decía Meg Stuart: You do
have 5 minutes. Y sacaba el reloj y
enchufaba el cronómetro. Y yo decía, ¡hostia!, ¡los del norte!
Pero había un punto en ese sentido también, que ayudaba, esos
límites ayudaban.
¿Marcar
el tiempo?
Marcar
el tiempo ayuda. Por ejemplo, con Frankenstein
nos pasaba. Nos venía muy bien el
tiempo. Y había ahí algo con el tiempo que nos funcionaba muy bien.
(voces
que se yuxtaponen)
Le he
dicho a T. si quería leer un texto.
(Se
procede a la lectura de unas páginas del libro “Ser o no ser un
cuerpo” de Santiago Alba Rico. El texto habla del aburrimiento. Se
habla del efecto y experiencias de lectura en voz alta. Se comenta
otro libro que remite a este libro y se titula “Ser o no ser una
isla”. Cerramos la sesión hablando de lo frío que es el suelo
sobre el que trabajamos)